En la obra “Cien años de soledad”, José Arcadio se oculta en una lengua incomprensible para su familia.

En la obra Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, José Arcadio Buendía habla en latín durante un período de su vida en el que sufre una crisis mental. Este uso del latín simboliza su desconexión con la realidad y su inmersión en un mundo de conocimiento antiguo y esotérico, donde las palabras y los conceptos se entrelazan en un laberinto de significado.

Melquiades, regresa de la muerte porque se aburría de soledad, una magnífica figura literaria que nos señala que morimos a una vida para volver a otra con la sabiduría que necesitamos legar a otros; inicia escribiendo un magnífico libro con la señal de lo eterno, Ouroboros; el ciclo eterno de la vida, la muerte y el renacimiento, la unidad ante lo infinito.

El latín, considerado una lengua clásica y erudita, refleja su obsesión con la alquimia y la búsqueda de respuestas a los misterios del universo, mostrando su deseo de trascender todo lo que lo rodea y que es cotidiano, un deseo por adentrarse a un nivel distinto y superior de comprensión.

Además, el latín marca su aislamiento, con una especia de barrera entre los demás y su vida controlada por la mística de Melquíades.

Imagino qué es lo que les sucedía a los fieles que asistían en el pasado a las iglesias y recibían por mensaje del sacerdote un lenguaje que no era comprensible para ellos y ese latín fluía en un ritual que los marcaba en una atmósfera de aislamiento.


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