En el pasado nadie tenía noción de los materiales con los que se han formado las luminarias que se encuentran en nuestra ruta, aquí en el vecindario del sistema solar.
Cabe considerar que el Sol tiene su propia luz y que, por la noche, otro cuerpo celeste aparece brillante… Con esa sutileza que no provoca el calor del que observamos de día, pero dependiendo de su apariencia durante su trayecto, al que ahora conocemos como ciclo lunar, surgían mitos e historias fascinantes que avivaban la mente de los pobladores de la Tierra.
Tal vez era difícil de entender, pero esa realidad nos ha acompañado por siglos. Ahora comprendemos que depende de un cuarto menguante, o de la luna llena, los cambios vitales en las mareas, o en los brotes que sembramos.
Sin embargo, siempre existieron visionarios, observadores de la naturaleza y todos ellos y ellas fueron los precursores de los científicos que ahora conocemos.
Su vida no fue fácil: entender el mundo sin ser juzgados, divulgar sus observaciones sin tener que convencer al clero; incluso en muchísimas ocasiones se pusieron en verdadero peligro.
Conocer con claridad la composición del sol y sus cualidades, el peligro al que nos exponemos con las llamaradas solares, también conocidas como erupciones solares, que son explosiones gigantescas de energía en la superficie del sol y que pueden liberar radiación electromagnética, especialmente rayos X y ultravioleta, y alcanzar temperaturas de millones de grados. No era del conocimiento de nadie en los albores de la historia de la humanidad.
Por tanto, tomando en cuenta la especialidad del Dr. Luca Sorriso-Valvo, como un estudioso y especialista de la zona convectiva del sol, es bueno reconocer que Sorriso-Valvo, ha trabajado en la física del plasma y la turbulencia en el sol y trabajó en el acopio de datos de la sonda Parker Solar Probe.
Así que, crear una alegoría del trabajo de mi compañero y presidente del comité de ciencia resultaba muy importante para mí; debía aparecer en las historias que redacté y lo relacioné con un alquimista, es decir, el precursor de los científicos, un hombre que, observando la naturaleza, vio a dos mujeres, dos hechiceras cansadas, caminando por un espacio nevado.
Observándolas a ellas, encontró la inspiración para comprender que los planetas giran alrededor del sol y la luna necesariamente tenía que reflejar el brillo del sol en su superficie.
Tal vez no eran tan jóvenes…
Tampoco alegres, habían pasado por mucho, pero el alquimista solamente las miró como un concepto, donde la mujer morena, que vestía de rojo, lideraba la conversación y el paso. Así surgió la idea, él no volvió a verlas…
Pero, en su vida cotidiana, Valvo, el personaje, se dedicaba a la pesca, y después de aquella revelación sintió la fascinación por conocer más de los misterios del universo; ellas definitivamente le inspiraron.
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