Entras a un sitio y te das cuenta de que dentro hay muchas personas con las que empiezas a relacionarte. No son familiares, tampoco son personas casuales; con ellas vas a elaborar una serie de actividades y no todas van a ser directamente para algunos de ellos.
¿Has vivido esta experiencia? Definitivamente, es algo muy común: se da en los colegios, se da en las reuniones de deportes, en los sitios donde la gente se reúne para tomar un café de forma asidua, en los círculos de lectura, en fin…
Así que te dispones a elaborar una trama, donde algunos de los implicados en tu relación de contacto, tendrán relevancia y serán parte de un tejido con lazo intrincado y fácil de realizar; otros serán como los hilos que en un tejido se cortan, ya sea a propósito o por el azar más genuino.

Habrá sitios luminosos y otros serán de tonos menos vivaces. Cada uno de los implicados tendrá un brillo en la trama de tu tejido, creando un contraste fascinante que invita a la exploración.
En estos espacios, los colores vibrantes dan vida a la escena, mientras que los tonos más oscuros aportan una atmósfera de misterio. La interacción de la luz y la sombra no solo resalta la belleza de cada rincón, sino que también sugiere historias ocultas esperando ser narradas. Muchas de ellas quedarán en tus sueños y en tus visiones mentales, no se concretarán porque las personas que has puesto en esas historias ni cuenta se dan de lo que tú esperas de ellas, o viceversa.
Al adentrarnos en este paisaje, nos encontramos rodeados de un sinfín de matices que despiertan los sentidos y fomentan la curiosidad sobre lo que se esconde en el siguiente giro del tejido.
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