El científico, sin duda, alguien reconocido en el ámbito internacional, agradeció el podio y compartió con el empresario su agradecimiento a todos los presentes.
Entonces habló con serenidad, mirando a los espectadores, con atención, haciendo que su mirada recorriera de un lado a otro el salón, como si quisiera ver en cada uno de ellos algo especial, un atisbo de entusiasmo o todo lo contrario.
“Estimados señores, damas, ministros de la nación espacial Asgardia, residentes que han viajado hasta este lugar, siendo o no Asgardianos, los ha atraído la posibilidad, de la investigación, de la estructura comercial, de lograr desatar los lazos convencionales de unión entre parejas más allá de lo conocido hasta ahora”
“De los tres puntos que he señalado, el fundamento de este encuentro nos lleva al tercero de ellos”, ¿qué nos marca más allá de la existencia? ¿Qué nos impulsa a sumar en otro esa fuerza superior que nos hace florecer?
Más allá de todos los recursos empleados para lograr un fin, los humanos somos visceralmente sensitivos y únicos; por eso, le damos nombre a los sentires y a sus patologías, le damos nombre a lo que nos engrandece y aquello que sufrimos.
Hubo susurros entre el público, algunos esperaban una explicación sobre genética y ciencia aplicada… Pero lo vieron con agrado, les fascinó su modo de interesar al auditorio en lo que realmente importaba, aunque la mayoría estaba más atenta a la estructura, los gastos y todo lo que rodea lo que en verdad une a dos humanos para formar una familia.
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