Si existe la fuerza de los creadores de mitos y leyendas, existe igualmente el potencial que logran a lo largo de los siglos, al penetrar en nuestras mentes y motivar conductas que en ocasiones se vuelven identidades y maneras de expresarnos.
No es diferente para Neptuno que ahora, con el paso del tiempo, ha dejado la envoltura que en el pasado tenía, para quedar en los casos menos afortunados en el olvido, o como una estatua en la historia.
Poder ver, al menos en mi concepción, desmitificando a Ares, que se ha transformado en algo más que El Vellocino de Oro. Ese carnero sacrificado para vivir en el reino de los griegos. Su símbolo pervive para muchos que ven en la historia un trayecto que nos dijo cómo eran las cosas y han dejado de ser. Al mismo tiempo se ha universalizado como otros muchos dioses y deidades.
Muchas circunstancias no han dejado de ser y es la razón por la cual Ares, que ni es dios y tampoco vellocino, intenta descifrar.
¿Qué es entonces Ares, de acuerdo a esta historia?
El que abre los caminos, el que emprende la batalla sin medir consecuencias y el que toma la iniciativa en lo que para muchos no hay caso.
En tal sentido, ¿quién sería Neptuno, su invitado especial a aquel sitio de cuya ubicación depende nuestra imaginación?

Tampoco es un héroe de leyenda o el que doblega con su poder a los mares, y es aquí donde tiene sentido lo que dice al inicio… Nada es simple, amigo, nada puede ser como pretendemos que sea con solo mirar lo que vemos.
Estas son las palabras dichas a su amigo, mientras la gente de la embarcación espera, y a ellos no les importa; ellos ya han esperado siglos.
Así es como Neptuno habla a Ares:
Lo que puedo hacer depende de la ayuda que otros me den y, ante algo similar a un huracán, su poder me rebasa, depende de causa y efecto en la propia naturaleza. De esta misma forma, podríamos explicar las guerras.
Para lograr un huracán, necesitas de un grupo candente, que será el que proporcione la energía.
Personas padeciendo la baja presión de sus vidas, decaídas por la carencia del ambiente.
Ese aire de inicio, candente y enrarecido que crece, evapora las ideas de los que necesitan razonar con calma.
Las personas en estado depresivo y en condiciones límites, ascienden al sitio donde se encuentra la situación convulsa en su ambiente, hasta que surgen bandas de mayor evolución en crisis. Todos intentan reunirse en el centro del conflicto. Y si acaso el viento que forman las voces de todos los enardecidos les da fuerza, ahí tienes a un huracán.
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