La vida cambia y todos lo hacemos, no todos iguales y con la misma frecuencia, la realidad imponía una espera y Gryer se encaminó a la sala de un café donde concentrarse y observar a las personas, todas ocupadas en algo concreto.
Concreto como esos ladrillos que creamos para invalidar la entrada de cambios relevantes o para meternos en lo nuestro, sin intención de salir de ello.
La mayoría inclinada en sus computadores, dejando el mágico brebaje enfriarse, sosteniendo ocasionalmente conversaciones con socios, personas que habían citado y conversando de banalidades con los amigos.
Era difícil concentrarse entre todo el barullo. Gryer pensó que, nada es más difícil que estar a la espera de una cita… Sobre todo con alguien de quien ella no sabía nada.
Abrió su propia laptop y revisó los mensajes, pero no había nada… Reflexionó en cada detalle que ella había dado, y que significaba una porción de su ser y lo había entregado sin chistar a un grupo de desconocidos.
En fin, ya estaba en eso y sin que le hubiera parecido “descarada” aquella amenaza de la demanda, sabía qué le pasaba a la gente ante el incumplimiento de lo que fuera… Pero, no dejaba de intrigarle la forma en que ella no puso la menor resistencia en aceptar cada cosa que te solicitaron.
Regreso ansiosa a su casa y espero… Se tiró en el sofá y exclamó:
¡Somos débiles cuando nos sentimos vulnerables!
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