La mejor del espacio de manufactura en aquella espaciosa y agradable biblioteca extendió sobre la mesa una serie de formatos y además unos paquetes de tomas de ADN. Al momento que señaló:
—Comprendo que usted es el navegante en jefe de la nave, pero cuenta con la perspectiva de otros y de su apoyo para emprender el viaje y que conoce perfectamente las reglas del convenio intergaláctico para su desarrollo. De otra manera no estaría en mi oficina…
El navegante afirmó y, con una sonrisa, comenzó a leer y rellenar los formatos que le fueron entregados. Recordó a su colaboradora activa en Tierra y la nombró… Por razones de seguridad no fueron dados sus nombres al relato; eso es un asunto ligado a la protección de sus identidades; sin embargo, logramos ver la fotografía de la dama en cuestión…

De igual forma, tomó el paquete que faltaba para adjuntar el ADN y advirtió:
—Solamente yo estaré en el comando de la nave físicamente.
La manufacturera exclamó:
—Entiendo, su ADN ha sido integrado a las velas como parte del protocolo; ellas obedecerán a usted, y usted será responsable de ellas.
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