La herida profunda que se convierte en una repetición del colapso humano: László Krasznahorkai

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Hablemos del Nobel de Literatura 2025: László Krasznahorkai, el escritor húngaro, describe el punto de quiebre en el que se encuentra la humanidad. Después de tantos siglos, sigue repitiendo la guerra como una forma de resolver lo que no comprende.

Su rostro refleja la intensidad de sus palabras: mirada profunda y gesto tranquilo, como si escuchara el eco de una frase incompleta.

Ante la realidad que nos envuelve actualmente, resulta evidente que la elección para entregarle el premio Nobel a Krasznahorkai, es un lamento ontológico que toda la humanidad está percibiendo y que sin duda de forma muy clara la academia sueca hace notar.

En sus novelas, la guerra no es solo conflicto armado: es la descomposición moral, la incapacidad de aprender, el retorno cíclico del caos. Como si la humanidad estuviera atrapada en un bucle de ruina, sin poder romper el hechizo.

En su obra Guerra y guerra, por ejemplo, el protagonista quiere preservar un manuscrito que narra una historia de belleza y redención, mientras el mundo se hunde en la violencia. Es un gesto desesperado, casi místico: salvar la memoria frente al olvido, como cada uno de nosotros, los que escribimos, lo hacemos de continuo cuando nos dedicamos a escribir; el autor emplea en el título una reiteración: guerra y guerra, como si dijera guerra otra vez, guerra siempre.

La Academia Sueca lo premió por mostrar que “el apocalipsis ya está aquí”. Pero en medio de ese inmenso terror y desesperación, su lenguaje se convierte en una poderosa forma de resistencia. Como si dijera: aunque todo se derrumbe a nuestro alrededor, aún podemos nombrar, aún podemos imaginar un mundo diferente, un espacio donde la creatividad y los sueños no se ven afectados por la catástrofe. En sus palabras, encontramos un refugio, un lugar donde la esperanza y la resiliencia florecen a pesar de la adversidad, recordándonos que la humanidad siempre tiene la capacidad de reinventarse, de buscar la belleza en lo oscuro y de construir un futuro más luminoso.

Pero el dolor persiste, pese a todo lo que anhelamos como renovado…

Krasznahorkai escribe como si cada palabra fuera una grieta en el tiempo, y yo intento que sea una puerta, hacía lo no resuelto. Reconozco que muchos de los que escribimos tratamos de encontrar en la esperanza la puerta de un cielo que no puede verse entre el humo de la metralla de la intolerancia y la niebla de la falta de entendimiento…

El autor de los cuatro libros que se conocen como el cuarteto ha vivido y experimentado, viajado y analizado… Hoy es premiado.

Krasznahorkai, considerado por críticos como Susan Sontag un “maestro del apocalipsis”, ha construido una obra donde el lenguaje mismo se convierte en un territorio de resistencia. En ella, la literatura es no únicamente un registro del colapso, sino una afirmación de que la imaginación puede todavía iluminar la oscuridad.

Con este reconocimiento, el autor se une a una lista de figuras que han ampliado los límites del lenguaje literario y reafirma el papel del arte como testimonio y supervivencia frente al caos del mundo.

Se dice mucho hoy de lo que ha hecho, pero él ha horadado en la mente de sus lectores y de todos los que vemos que no es la guerra una solución, pero es algo que hemos aprendido muy bien a hacer… y prevalecer.


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