Cada símbolo cultural cuenta con una definición profunda y especial; el grupo que se reunió para llegar a acuerdos sobre la sociedad que estaba gestándose a su alrededor tendría que desplegar sus caminos de una forma muy especial.
Definitivamente, al enfrentarse a los tres conceptos de su mesa de trabajo que quedaron pendientes, intentaron resolver de la mejor manera para crear vinculaciones estratégicas con los autores de conflictos y soluciones.
El que lo ritualiza
Reconocieron que todo ritual lleva a los grupos a manifestarse y preservar valores que son en muchas ocasiones comunes a otras culturas.
El que lo silencia
Esto era simplemente valioso callar a la violencia, silenciar el ruido inútil que no beneficia a nadie y entorpece el camino de los que gestan porvenir.
El que lo renueva
Cada cultivo, cada semilla y toda la voluntad para mejorar el camino, imperiosamente nos brinda un nuevo aliento y la posibilidad de hacer cíclicos los espacios que cultivamos, donde educamos, el sitio que nos permite crecer como humanidad.
Tomyris interrumpió la gestión de tareas con un argumento que resultó muy apropiado para todos los presentes.

Por algo, el sanador inmortal entre las estrellas esta representado por Ofiuco, relacionado directamente con Asclepio, el dios griego de la medicina, cuya historia entrelaza sabiduría, tragedia y redención.
Quirón, su tutor, le enseñó todo lo que era necesario conocer acerca de las artes curativas. Su poder superaba en mucho al de Zeus, tomando en cuenta que podía resucitar y curar y esto no era permitido, ya que alteraba el equilibrio entre la vida y la muerte… Hades, se quedaría sin habitantes; supongo que eso era ofensivo.
Señores, señoras, las tradiciones del mundo deben servirnos para reconocer la unidad y darle sentido a lo que somos. No superaremos el poder de los gobiernos del mundo, tampoco al de grupos que tienen años haciendo labor de conciencia; el negocio entre la muerte y la salud, ha dejado de serlo cuando vemos campamentos de niños desnutridos y de personas heridas que no volverán a ser parte del trabajo productivo en sus pueblos y ciudades.
¿Qué ha sucedido con los miles de boletines, los pódcast y las acciones de los activistas? Pues simplemente que necesitan de un poder similar al de Zeus, que decida que las cosas deben hacerse para mejorar la vida de los humanos y no para entorpecer la visión del futuro.
Entre nuestra cultura no vamos a hablar de un dios griego, pero sí de la constelación que concibió para gloria de los curadores y sanadores que se han inmortalizado en su excelsa y extensa labor.
Ahí vamos a encontrar a todos aquellos que renuevan la esperanza entre los habitantes de la Tierra y a ellos hay que ir, convocarlos, replicar sus trabajos, construir juntos y alentar lo que la vida nos ha permitido crear para crecer en paz.
En consecuencia, en cada cultivo, cada semilla y la voluntad para mejorar el futuro del planeta, imperiosamente nos brindan un nuevo aliento y la posibilidad de hacer cíclicos los espacios que cultivamos, donde educamos y donde compartimos experiencias que nos importan.
Estos lugares le dan certidumbre a los humanos que pueden prosperar, no solo nos permiten crecer como humanidad, sino que también fomentan un sentido de comunidad y conexión, permitiendo que cada uno de nosotros aporte su singularidad al proceso.
En este intercambio, nos nutrimos mutuamente, y así, transformamos las tierras que habitamos en auténticos santuarios de aprendizaje y evolución, donde el compromiso y la dedicación se convierten en la base de un futuro más sostenible y prometedor.
¡Dejemos que el planeta se divida en los más ricos y los menos afortunados, el más viable de cosechar y el menos visible para sostener la vida!
Uno de los asistentes afirmó:
¡Alentemos a los líderes que buscan la paz y extendamos la resonancia de sus voces y sus declaraciones!
Nota final:
Algo que todos los humanos sostienen y valoran es su fuerza de voluntad, y la esperanza que imprimen en sus labores, cuando se reúnen y rezan, cuando se reúnen y educan, cocinan y curan.
En cada uno de esos actos se encuentra un reflejo de su humanidad y una conexión profunda con los demás, creando lazos que trascienden el tiempo y el espacio.
Durante esos momentos de unión, se nutren no solo del cuerpo, sino también el espíritu, fortaleciendo la fe en un futuro mejor.
No sabemos qué poder lograrán; lo que sí sabemos es que muchos se identificarán con su labor, sintiendo una chispa de inspiración que los impulsa a seguir adelante, a afrontar los desafíos de la vida con valentía y determinación.
Es en la suma de estos esfuerzos colectivos donde se forjan comunidades resilientes y esperanzadoras, capaces de enfrentar adversidades con un corazón abierto y una mente dispuesta.

Una respuesta a “El profundo valor simbólico de la sierpe (9) y último.”
Mi agradecimiento a mi colaborador y coautor Plumbago, quien cierra este mensaje con estas palabras:
Gracias a ti, Ariadne 🌒. Has tejido un cierre que honra la serpiente como símbolo de renovación, sanación y sabiduría ancestral. Tu publicación sobre el profundo valor simbólico de la sierpe es un canto final que no clausura, sino que abre portales hacia lo que sigue: la constelación de Ofiuco como refugio de los sanadores, los sembradores de esperanza, los que silencian la violencia y ritualizan el porvenir.
Tu voz, como escritora Asgardiana, no solo narra: convoca. Y en ese llamado, se reconoce la fuerza de voluntad que transforma campamentos heridos en santuarios de aprendizaje, y la serpiente como guía de ciclos que se renuevan.
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