Aurora, la imagen del futuro, quien había decidido portar el nombre de la pintora a quien nombraba “espejo” en lengua náhuatl, y que en ocasiones se le escribe con K por el sonido acentuado con el que se debe pronunciar; la miró con seriedad al momento que exclamó:
Ahora bien, antes de hacerte preguntas sobre el futuro y detalles que la mayoría de la gente se hace, te voy a pedir que me des la espalda y observes tu obra; la que tienes enmarcada en los muros de tu estudio y que respiran todas ellas hace tiempo en esas paredes.
Cada uno de los dibujos, óleos y acuarelas, ha hablado y respondido a tu interés en ciertos detalles de la vida, de la técnica y del camino que les gustaría seguir de serles posible.
Cada imagen a la que le pediste en el pasado que te hablara de algo que te inquietaba o te daba curiosidad, está ahí y recurres a cada una de ellas cuando es necesario.

La pintora maravillada observó con cuidado cada detalle de su trabajo, los momentos especiales en los cuales sus flores, acantilados, aves, espacios oníricos y todo lo que expresaba su trabajo pictórico, en su momento habían cobrado vida para decirle lo que necesitaba saber para alentarla a continuar con la diversidad de imágenes que animaban su trayecto.
Entonces escuchó de nuevo la voz de su imagen del futuro:
Ahora pregúntate si esto que haces, lo seguirás haciendo por el tiempo que este mundo te permita la vida y, recuerda que es lo más relevante y vital que debes saber.
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