¿Transferencia mental o guía a distancia? (33)

Veamos qué nos dice esto: en la vida cotidiana vivimos constantemente bombardeados por elementos que nos dicen lo que se supone, debemos hacer, comprar, beber, comer… Incluso a quien debemos respetar, lo merezca o no…

Si quisiéramos hacer lo que nos viene en gana, adquirir lo que nos gusta y compramos lo que nos disipa y elegimos la vida como queremos vivirla, ¿estamos seguros de que en verdad es así?

Si analizamos a detalles ciertas compulsiones, posiblemente meditemos que muchas actividades nos son impuestas por la sociedad a la que hemos ido a parar, o en la que crecimos y fuimos educados.

Con esta introducción aceptamos que la aprendiz se ha desligado de todo lo conocido para descubrir algo que considera viable, que cambia el paradigma y que renueva desde otro escenario, lo que consolidará como un camino y voz propia.

Pero en todo esto, existe un catalizador, alguien que la ha impulsado a descubrir lo que defina su viaje, pero le pertenece solo a ella y, ponderar en la realidad que esta por descubrir lo que merece la validación o el olvido.

El viaje inició con la idea de descubrir a una galaxia en forma de ave; la respuesta fue negativa y le permitió analizar la infinita grandeza del universo; su segundo paso ante la incertidumbre fue atarse a la cintura de un arquetipo; de esta forma avanzó hacia el mundo de valor de dicho arquetipo, el Centauro, representado en Sagitario A.

No se veía posible atravesarlo, incluso el Mago fue sorprendido por la intrépida hazaña de su aprendiz.

Ahora, en este tercer capítulo, nos enfrentamos a los motivos de la aprendiz para emprender esta aventura. No fue impulsada por el Mago, como muchos estarán pensando, sino que forma parte de su propia búsqueda.

Tomando en cuenta lo que hemos analizado a lo largo de esta publicación, es evidente que todos buscamos algo nuevo, acogedor y adecuado a nuestras necesidades. La realidad es que llegamos en las mismas posiciones generacionales, los moldes preestablecidos y con ello aseguramos nuestra posición en la sociedad, en la historia y así completamos los atributos con los que contamos todos los humanos, como semilla pobladora del planeta.

La aprendiz no fue convocada por el Mago ni obedeció una orden exterior. Su viaje nace del hartazgo ante los límites invisibles que encauzan la vida humana: jerarquías que exigen obediencia, rituales que perpetúan la idea de continuidad, logros que son celebrados por el hecho de sostener la vida, pero no por trascenderla. Ella intuye que existe algo más allá del molde que asegura la reproducción de la especie: un modo de habitar el mundo que no se base únicamente en nacer, crecer, reproducirse y morir.

Tras el cruce del agujero negro, nada permanece intacto. La realidad que conocía —sus pensamientos, sus dudas, incluso sus certezas— se disuelven en la turbulencia del horizonte de eventos. Allí no hay pasado ni forma, solo posibilidad. Solo lo esencial puede cruzar ese umbral: lo que no está atado a los moldes, lo que no busca sustento ni repetición, sino transformación.


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