No siempre vemos lo que nos agrada, no siempre recibimos el trato que esperamos, tampoco nos identificamos con todos y por todo. Esto nos recuerda que la vida está llena de experiencias diversas, donde cada encuentro y cada situación nos ofrecen una oportunidad para aprender y crecer, o seguir siendo como hasta ahora hemos sido.

A menudo, las expectativas que tenemos sobre los demás y sobre nosotros mismos pueden llevarnos a desilusiones, pero también pueden abrirnos los ojos a una realidad más rica y compleja, en la que encontramos incluso en lo que inicialmente nos parece incómodo o desafiante.
Muchas veces queremos ser el espejo donde otros se reflejen, algunas otras nos negamos a identificarnos con todas las situaciones y tolerarlas. Esto sucede cuando reconocemos que hay escenarios donde se repiten los hechos, en los mismos términos, en consecuencia no nos sirve más.
Las personas tienen maneras distintas de relacionarse con los demás. Encontramos a las que prefieren mantener su identidad separada, evitando comparaciones o identificaciones con otros, mientras que otras buscan activamente identificarse con grupos, comunidades o individuos similares.
Aquellas a las que no les gusta ser identificadas con otros defienden su autonomía y originalidad, y si acaso intentas involucrarte, podrán poner límites claros, evitarán responder activamente y darán pausas interminables para atender a tus requerimientos.
El otro grupo busca activamente un sentido de pertenencia, ya que esto les aporta una conexión emocional y la seguridad de que sus acciones son la resonancia de intereses compartidos. Se fortalecen al formar parte de algo más grande que ellos mismos.
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