No será nada fácil ponerse de acuerdo, entonces, aquellos que han penetrado en el velo de los sueños que cada iluminado se dedicó a construir como una tela entre las estrellas del universo, estarían ahí para apoyar el poder de los que ahora los necesitaban.

Ninguno de ellos dejó de aprender a retornar o prevalecer en la materia estelar. Sabían perfectamente que, aunque estamos hechos de un material que nos hace efímeros, lo más importante es todo lo que podemos compartir para que se conserve en los confines de lo desconocido. Eso nos llevará a construir un nuevo camino y rutas diferentes en el espacio que desconocemos y que pertenece a quienes habitarán el futuro.
Es bueno recordar el centro de entrenamiento cósmico, ese lugar donde aquellos que están visualizando la realidad y previendo lo que la mayoría de los humanos no podemos ver al estar inmersos en las necesidades prioritarias de la vida planetaria.
Aquel espacio provisto para cada emanación consciente, ese lugar donde antes una estrella binaria se extrañó del pedido de uno de los iluminados, le hizo y, con el tiempo, comprendió que era vital y necesario no abandonar a nadie a su decisión y suerte sin la instrucción necesaria.
Ellos eran los difusores del talento y los comunicadores de los detalles que solo lograron compartir con las mentes más ágiles y abiertas para entender pronósticos y hacerlos notar a los demás.
Cada uno de ellos, dentro del tejido del universo, ya no se reconoce como entidad definida, sino como fuerza creadora capaz de influenciar en el momento presente, para lograr el objetivo.
En vida vivieron en coordenadas del planeta distantes unos de otros y unidos en la conciencia de lo que es necesario, su tejido consciente, ahora los ha unido para abrazar a los pobladores del planeta, a todos aquellos que tienen las características necesarias para hacerlo llegar a los otros.
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