Le dije: fíjate bien que cada detalle cuenta y, si un día sueñas y otro no, tienes que hacer algo, no para soñar, porque eso no lo controlas, sino para seguir ese texto con detalles que resulten interesantes a los demás. Además, es crucial entender que el diálogo interno que mantenemos puede influir enormemente en nuestras decisiones y percepciones. Reflexiona sobre cada pensamiento que atraviesa tu mente, ya que al final, esos pensamientos no solo moldean tu día, sino también tu vida.
Muchas personas dialogan de lo que sigue en sus vidas, de lo que soñaron y de lo que saben que, a pesar de haberlo soñado, no será realidad porque las circunstancias que los envuelven y rodean no son favorables.
Aparecen los ilusionistas que nos señalan que debes soñar como que lo que estás imaginando ya es parte de tu realidad y que de esa forma lograrás que suceda lo que te has propuesto.
Por lo tanto, es fundamental alimentar ese diálogo con optimismo y curiosidad, buscando siempre enriquecerlo con experiencias y aprendizajes que puedan resonar en los otros y transformar nuestro entorno. Así es esto del diálogo interno, una herramienta poderosa que, si se utiliza correctamente, puede abrir puertas a un mundo de posibilidades.
Esas posibilidades que nos hagan soñar despiertos con la realidad en la mano y no con el puño cerrado, como cuando te quedas en el sueño imaginando que tienes una joya que debes cuidar. Entonces te despiertas y te das cuenta de que solo era eso, un sueño.
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