La escritora decidió leer el contrato y compararlo con lo que le había dicho el abogado que consultó… Observó que no se trataba de un documento estricto, como si estuviera compartiendo secretos de Estado o industriales. Al final, tenía una página adjunta para que expresara sus consideraciones, observaciones o cambios que viera necesarios en los cuestionarios a modo de sugerencia.

Una de sus primeras observaciones fue respecto al tema de los desafortunados adictos al tabaco. Ciertamente, pueden ser idiotas, pero dudo que cualquier persona acepte admitirlo por sí sola. Por supuesto, son personas a las que les falta inteligencia hacia su organismo, y a cuyo sentido común le falta empatía con su cuerpo y su sentimiento hacia la esfera social. No voy a decirles cómo cambiar la frase; es evidente que quien la hizo tenía una intención específica.
Luego, los felicito por tener este espacio virtual y auguro una evolución provechosa en los tratamientos literarios relacionados con algunos grupos de escritores.
Dijo también que le causó cierta incertidumbre que en ningún momento se mencionaran montos financieros, pero admitió que en todos los países había tabuladores que hablaban claramente de compromisos editoriales. Analizó que quizás en ese espacio estaban anclando sus finanzas.
Envió los documentos y esperó cómo venía haciéndolo, con un ligero cambio en su rutina. Ya que estuvo conversando con la tinta de su cuaderno y ampliando el recurso de la memoria con los asesores de la página virtual.
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