Gryer se dispuso a leer con atención cada detalle recibido:
Estimada Gryer queremos mostrarle nuestro apoyo a partir del taller de escritores. Hemos compartido el diagnóstico que el Dr. Baes nos ha hecho llegar y el filtro ha sido entregado a los perfiles que, de acuerdo a sus aptitudes, podrían ser los escritores fantasma ideales.
Queda en sus manos la decisión final, podrá contactarlos en una videollamada grupal; estas tres personas podrán ser de gran ayuda para usted. Antes de que ellos conozcan su nombre y usted el de ellos, le solicitamos que abra el vínculo que tenemos dispuesto al final de la página. En ella encontrará un contrato de confidencialidad y protección de datos, registros y límites pactados con los candidatos.
En el momento en que recibamos el documento con su firma electrónica, pondremos la fecha a la videollamada. Sabemos su elección de los días miércoles, le sugerimos agregar el viernes para tener opciones y servir a su agenda de una forma adecuada.
Muchas gracias por su atención y quedamos en espera del contrato firmado.
Sin dilación, Gryer abrió el vínculo y leyó con detenimiento el contrato, donde cada cláusula dejaba en claro que ella tenía la última palabra en las decisiones que los candidatos a convertirse en sus escritores fantasmas harían.
Entendió que, a vuelta de correo, la entrevista estaría en camino. Se percató de que estas personas contaban con un taller de escritores, y se quedó con la duda de cuantos de los ahí participaban en actividades fantasma.
Al mismo tiempo, se preguntó qué influencia tendría ella en el futuro en sus actividades literarias y, pese a ser una idea inquietante, imaginó ese árbol de fractales que surgen de una matriz y expanden su continuidad entre la diversidad.
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