Ella no tenía en mente separarse de su unicornio, muchas personas se habían acercado para distraerla, incluso los cazadores que veían en esa mágica bestia un atributo comercializable…

Pero llegó un hombre de las tierras bajas y pretendió ascender por la ladera hasta la montaña donde vivía la mujer que mantenía una estrecha amistad con el unicornio…
La miró de lejos, ella se puso al costado de su amado corcel y esperó con reserva que el hombre hablara…
Levantando sus manos, el astuto caballero advirtió que no quería que ella se apartara de su unicornio, y añadió:
Solamente quiero conocer lo que él sabe de ti, quiero saber por qué te has separado del mundo y qué dolor profundo o magia te retiene para vivir con el unicornio y nadie más…
La mujer advirtió que no había dolor alguno, simplemente había notado el egoísmo, la forma oportunista como muchos trataban a los otros humanos y fue la mejor alternativa dejarlos con sus despotismos y sus tratados estrechos y definir sus linderos cerca de las estrellas.
El unicornio es un leal amigo que no es visto por todos, y aquel que tiene la oportunidad de observarlos, es porque algo bueno lleva en su alma. Además, debo decirte que toda la magia que puedo atesorar se la debo a las alegrías que la compañía de mi bello corcel posee.
Debes saber que a tus espaldas, ahora mismo, estás siendo custodiado por muchos más; ellos forman un verdadero clan.
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