Existen momentos en la vida en los que elegimos las herramientas necesarias para progresar en la vida. Por algún motivo, nos vemos ante la propuesta de forjar una llave que nos permita abrir los caminos.

Es bueno recordar uno de los personajes de mi obra, quien es instado a rehacer sus pasos con una nueva mirada desde un lugar que ya no pertenece a la tierra.
Parte de la introducción de este trabajo literario señala:
Triangular la distancia entre las estrellas, es una de las tareas vitales de todo observador del cielo; sin embargo, en el presente trabajo vamos a ver cómo se organiza una red neural en el espacio y a través del tiempo, en un sitio donde nadie es observado de forma física, sino a través de sus energías.
El lugar de observación en este preciso momento es una estrella binaria llamada Spika*, para nosotros la dadora de nutriente intelectual e imperecedero, donde todo el conocimiento es atesorado y no todos son conocedores y tampoco son diestros investigadores, pero sí potenciales dirigentes ante el llamado de los iluminados.
Ahí se encuentra la energía de una dama que en vida se dedicó a instruir a hombres y mujeres, niños y niñas de diferentes partes del planeta.
¿Cómo fue posible esto? Gracias a su alianza con los que tendieron las primeras redes neurales, se pudo establecer de una forma muy dinámica la conexión y la comunicación, que se fue perfeccionando con el paso de los siglos. Esto fue, en parte, una de las tareas donde la dinámica y la fuerza del pensamiento de cada iluminado logró atravesar las barreras del tiempo al no dejar de instruirse en el camino pese a su condición transmutada.
- Me han preguntado por qué Spika si la estrella más brillante llamada Anser se encuentra en Vulpécula, bien el detalle es este: Cuando el personaje llamado Sol llega a su casa en Vulpécula, Anser la recibe. Spika está relacionada con el sitio de aprendizaje.
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