De repente se atraviesa una enfermedad en el camino, todo se detiene y te das cuenta de que, a ser por esa gripe rotundamente fatalista, tu vida no tendría el mismo sentido y todo vuelve a ser fascinante.
Son horas en las que llenas los vacíos pensando en lo que sigue y lo que importa y te preparas para el siguiente nivel.

Entonces, el camino está planificado, los astros esperan y la ruta es sinuosa y agradecida a todos los caminantes.
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