RESEÑA DE Dioni Arroyo Merino a la serie “¡CERRAR LAS PUERTAS AL PASADO Y AVANZAR!” De Ariadne Gallardo Figueroa.

Una de las dichas más grandes de todo escritor es ser leído por un ser amante de las letras, esto ha sucedido gracias a la oportunidad de encontrarnos como Asgardianos en un seminario sobre nuestras obras, hoy me complace invitarlos a leer la reseña que ha realizado de mi trabajo el escritor Dioni Arroyo Merino, en verdad agradezco de forma muy cálida y especial sus palabras, me llena de alegría y emoción su forma de observar mi trabajo:

Nos encontramos ante cuatro deslumbrantes relatos de ambientación futurista, o, mejor dicho, cuatro capítulos del futuro épico que le aguarda a la humanidad. También son relatos que describen la nueva identidad Asgardiana, la conciencia de un pueblo que sabe que la esperanza se encuentra fuera de nuestro planeta.


Como expresa Ariadne en sus primeras páginas, “si el ser humano ha gestado sus sueños en lo imposible es porque se siente capaz de lograr lo que ha soñado”, poderosa frase que refleja la fortaleza de quienes se atreven a romper las fronteras de lo convencional para ir más allá de lo imaginable, para lograr la evolución de nuestra especie. Toda una oda al vitalismo que anida en nuestro interior y que debe aflorar para el bien común.


Ariadne, en un alarde de creatividad imaginativa con numerosos guiños a los
últimos avances científicos, ha sabido retratar muy bien el alma Asgardiana, deseosa de construir una nueva identidad, una nación anhelante por iniciar la conquista del espacio y poder encontrar un planeta habitable.


Por eso Ariadne nos instala a un momento del futuro en el que la humanidad ha alcanzado la unidad en la diversidad, y Asgardia se ha comprometido con las expediciones por el espacio en busca de lugares en los que se puedan instalar colonias permanentes.

El primer cuento nos describe la llegada a uno de los posibles nuevos hogares para la humanidad a los que arribará nuestro protagonista, la soledad que siente en el instante de la llegada, el pavor a lo desconocido y el recuerdo de cómo se ha entrenado para afrontar y superar todas las adversidades. Ariadne consigue que nos sintamos como el astronauta, los temores que nos invadiría si estuviéramos en su lugar, nos transporta a ese nuevo mundo lejos de la Tierra y a ese momento trascendental. Guiado por un dron, por las nuevas tecnologías que serán cruciales en la conquista del espacio, inicia su gran aventura llevándonos a los lectores en su mochila.


Rastreará el planeta y encontrará vida, y lo más interesante, otra forma de vida inteligente, unos gusanos que permitirán a los primeros astronautas reflexionar sobre el sentido de la existencia.


Con el segundo cuento, “Ha sido nombrado el nuevo mundo”, los expedicionarios ya han establecido la primera base, un precario campamento al que han sido enviadas varias naves con robots y equipo logístico para avanzar en la exploración del nuevo mundo. Conoceremos de cerca las primeras consecuencias de vivir fuera de nuestro planeta, los efectos de la deshidratación, y las hostilidades que se amontonan en la noble tarea de volver habitable un planeta ignoto para nuestra especie. Asistiremos al nacimiento del primer bebé, lo que abrirá esperanzas de que aquel sea nuestro nuevo hogar, además de la siembra de los primeros cultivos para
garantizar la sostenibilidad de una población estable y sedentaria.


En “Los cimientos de la casa viajera” conoceremos las vicisitudes de los
primeros humanos en el nuevo hogar, bautizado como Hadarían, con una redacción dotada de una exquisita prosa poética para explicar la épica historia humana del futuro, temas que se amplían con el cuarto y último cuento, en el que se anticipa el amanecer de una nueva civilización.


Sin desvelar más aspectos del apasionante argumento, sí me gustaría explicar lo emocionante y estimulante que resulta leer estos cuentos, dado que están provistos de la filosofía Asgardiana, de creencia firme en la especie humana, de la necesidad de su unidad en la diversidad y de que, nuestro destino, se halla en las estrellas. Que es cuestión de tiempo que encontremos otro planeta con características habitables para nuestra especie, y es inevitable que acabemos siendo una especie interplanetaria, tal como predijo Stephen Hawking, quien llegó a proclamar que en menos de cien años deberíamos vivir en otro mundo si no queremos extinguirnos.


La filosofía Asgardiana es vitalista y optimista, como son los relatos de Ariadne, dotados de una fuerza innata que nos habla de progreso, de abandonar el miedo a los cambios y de creer en las virtudes de la ciencia, siendo conscientes de las penalidades que supondrá la odisea espacial, pero admitiendo que siempre tendrán mucho más valor las ventajas y las ganancias, que aquello a lo que tendremos que renunciar. No hay alternativa; si decidiésemos quedarnos en la Tierra, terminaríamos por agotar los recursos y extinguirnos junto a numerosas especies que no soportarían
la sobreexplotación a consecuencia de nuestras necesidades, cada vez mayores.


Por estas razones y con dichos nobles objetivos ha nacido Asgardia, y por eso existen los relatos de Ariadne de “¡Cerrar las puertas al pasado y avanzar!”, toda una declaración de intenciones del futuro que se empieza a abrir camino.


Me gustaría terminar resaltando el importante papel que jugamos los escritores al dejar volar la imaginación y estimular la mente de los artistas y científicos, invitando a reflexionar cómo queremos que sea nuestro futuro, y de las consecuencias de nuestras decisiones presentes.


La ciencia ficción siempre es una ventana abierta para vislumbrar
acontecimientos del mañana, un terreno y un género literario en el que Ariadne ha demostrado que se desenvuelve con elegante naturalidad para el disfrute de los lectores.


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