El anciano de mar y tierra solicitó a sus amigos los Pegasus que lo siguieran hacia lo profundo de aquel selvático y sofocante lugar, los acercó a un rio que tenía una bella cascada y les instó a tomar agua, advirtió a todos ellos que solo bebieran de la caída de la cascada, no de la que ya estaba corriendo en el riachuelo.
Uno de ellos que estaba cerca al riachuelo notó con cierta desesperación que para acercarse a la caída de agua tendría que esperar, el anciano se dio cuenta y exclamó:
Pegaso, detente que la paciencia es un don, pero al mismo tiempo por razones de salud les he solicitado que solo beban el agua que está cayendo, pronto sabrán por qué lo he dicho.
Al saciar su sed los Pegasus admiraron a un frondoso árbol que hundía sus ramas en el profundo espejo del agua, el anciano se dirigió a él con una reverencia de gran elocuencia:
«Señor que miras al cielo y te alimentas de la tierra profunda que atraviesa la intuición de los elementos que fortalecen tus raíces, en ellas llevas historias del pasado, no todas son hermosas, algunas llevan tragedia en sus pasajes y los has reconocido y asimilado como parte del todo. Hoy llegó hasta tu paraje para conocer tu sabiduría y compartirla con mis amigos Pegasus, sea entonces tu consejo una guía, reconociendo en los antepasados la ayuda de todo viajero en su camino»
El árbol movió levemente sus raíces y susurró las frases que eran necesarias para cada uno de ellos:
«Estimados señores que poseen la magia del viento, colaborar con ustedes es un privilegio, yo logro penetrar la tierra bajo el agua, observo el cielo, pero no puedo distanciarme de este sitio, como es el caso de ustedes, son los pájaros los que llevan a otros sitios mi sabiduría y ahora ustedes conocerán lo que debo decirles:
El pasado profundo teje hilos hacia el presente, muchos los rompen queriendo olvidar y otros transforman su tejido con nuevas tareas, en la profundidad de este rio hay voces que no pueden volver a emerger, algunas gritan señales de alarma a los que han llegado al mundo y no encuentran soluciones a sus inquietudes, serán ustedes los que podrán difundir lo que es necesario, quiero decirles que como seres mágicos la cascada los proveerá de esa habilidad.
El mundo que ellos han de observar será provisto de su sabiduría, abrazando cada fugaz instante con un fervor indomable.
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