No hay desaliento en cada camino recorrido, por algo emprendemos esos viajes y en ellos crecemos y maduramos; fue lo último que se escuchó en el viento… Llegando hasta cada Pegaso como una exhalación, fue entonces que cada uno de ellos reconoció ahí la voz de Hipólito.
Entonces el anciano de mar y tierra los alentó a todos ellos a dejar el temor y los invitó a acompañarlo a una especial y mágica celebración:
Pegasus, hay muchas formas de alentar a la magia a ser bondadosa con nosotros, solo necesitamos una bella fogata, la luz de las estrellas y el alma encendida por el ritmo.

De esta forma motivaremos a la luna a poner atención en cada uno de nosotros, su fluir en la conciencia abrirá un pasadizo secreto para conocer lo que el camino nos entregará todos los símbolos coordinan ideas y éstas se convierten en metas.
Con todo el coraje para encarar la oscuridad e iluminar el trayecto, seamos parte del grupo, busquemos la justicia para merecer el aliento necesario al asir las riendas del viento.
Esperemos de la luna que poco a poco crece, sus preguntas y aprendamos a responderlas…
El anciano inició una frenética danza dulce y apasionada, los Pegasus le siguieron el paso y el espacio de cubrió de magia.
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