La flecha no podía ser desenterrada del risco donde había quedado, sería el tiempo y el clima quien la desintegrara con el paso del tiempo, ellos vieron la dirección a la cual apuntaba y se dieron por entero hacia ese emprendimiento.
De nuevo observaron las costas de una playa diferente a la que habían visitado, pedruscos volcánicos aparecían por doquier, decidieron todos ellos darse un chapuzón y dispuestos entre juegos y bromas observaron a un anciano acercarse hacia ellos…
El hombre de figura alegre y muy despierto en sus ademanes levantó su bastón y exclamó:

¡Caballeros! Es un honor que al fin estén entre risas y bromas visitando mi hogar, estuve esperando su llegada.
Todos los Pegasus se quedaron desconcertados ya que hacia un lado y otro no había un hogar, solo arenas y riscos, sin embargo, con diligencia saludaron con amabilidad.
El hombre señaló:
Soy mi casa, señores y mi bastón es quien ha de indicar su nuevo destino, pongan mucha atención porque el primer mensaje se los he de dar a continuación a todos ustedes… Su viaje no ha terminado y no hay retorno.
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