Quirón hizo una señal al centauro, al momento que impidió que éste tocara la lira, ya que había una aclaración importante:
Antes de todo quiero que me digas tu nombre, eso me dará razones de peso para reconocer en mi esposa Caricló la intuición suficiente para haberte elegido.
Por supuesto maestro mi nombre es Hipólito, «El que desata los caballos»
Quirón sonrió, convencido de la inteligencia de su amada esposa, ya que consideró que siempre era de gran ayuda y exclamó:
Perfecto pues ahora has de desatar el vuelo de los Pegazos, ¡Adelante Hipólito pon toda la energía en tu armonía!
Cuando los acordes melodiosos llenan el aire, el estrepitoso sonido de los corceles alados cobra vida.
En ese momento Quirón tomó de sus espaldas la flecha e invocó al trueno para que la prendiera como una antorcha antes de lanzarla.

Nada escapa al poder de la magia y pronto ellos sabrán a quien han invocado y quien les ha invocado a ellos
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