Al ir edificando los argumentos de las siguientes páginas de mi obra, observo que la vida en nuestro planeta fluye con elocuencia en diversas direcciones, no dejamos de ver la parte donde la violencia impera, pero también las emocionantes escenas de los que se reúnen en la Meca para continuar como hace siglos con sus creencias y valorar que ellas le otorgaran al universo una positiva energía para que la vida sea pacífica y amable.
El mundo fluye, nos da oportunidad de ser premiados con nuevas opciones, de irnos de los sitios agrestes y quedarnos en lo que podemos cultivar y hacer crecer todo aquello que deseamos.
Un pequeño brote de semilla, una valiosa caída de agua cristalina y todos los contrastes donde hay manifestaciones y es necesario vivir entre los claroscuros, los matices que van del negro profundo al luminoso blanco, donde todo vuelve a comenzar y aquellos sitios donde ya no es posible cultivar por diversas razones.

Un niño canta en la montaña y en su canto esta la esperanza de un pueblo que ha cultivado paso a paso los planes de un proyecto, veremos cómo cambian sus decisiones y como todos perciben en su inconsciente el deseo de seguir anclados al pasado pese a que la vida del futuro les habla de todo lo contrario.
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