La gente se había acostumbrado tanto a hablar a los otros como si se mirase en un espejo, qué llego el día que olvido su propio rostro.
La gente se convirtió en una masa de acciones que se continuaban unas a otras siempre encadenadas a la sugerencia del espejo.

Pero siempre hay un atrevido qué aprecia la diferencia y que se dedico a romper cuanto espejo tuviera al frente, al grado de lograr escapar de aquellos que la gente había creado en su mente…
Los demás lo vieron con temor, al mismo tiempo entendieron qué en aquellos fragmentos debían buscarse para no perderse
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