Amamos reconocernos en las historias que nos han contado, pero nos entristece sabernos herederos de una serie de atropellos donde no podemos ser otros, sino aquello que nuestras raíces dictan.
Tenemos un claro ejemplo de transmutación en diversas figuras que nos han rodeado, personajes que en sus vidas actuaron de una forma específica presionados por las exigencias de los acontecimientos que los rodearon, tenían que valerse de su imaginación, de sus talentos creativos y su arrojo para ser lo que se necesitaba ser en ese momento.
A la postre, se les relacionó con seres fascinantes, figuras de cambio y vanguardia, incluso muchos de ellos como el valiente Nazareno fueron transformados en divinidades y él como muchos otros fue factor de grandes cambios en la conducta de la humanidad.

Dentro de esta vasta y notoria pléyade de inteligencias están los dioses mitológicos, con historias descarnadas que no sirven para crear arquetipos, salvo que seas un buen traductor desde el pensamiento lateral de sus aptitudes y lo que de ellos puede verse desde un punto más humano, tal vez sea una locura pero me he dado a la tarea de humanizar sus mundos en algo más vibrante a través de una mujer que de no haber sido identificada con Minos y Dioniso su vida hubiera lucido fascinante.
Quede como parte de una ficción y un relato que es el que me a traído hasta aquí para contarles lo que hago en mi otro blog, el desarrollo y edición de «Los viajeros Cósmicos».
Hasta pronto lectores, y escuchas en la travesía creativa que se construye poco a poco.
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