
El camino de la vida no lleva por situaciones que muchas veces se vuelven a repetir… En otras tantas se nos reflejan como si estuviéramos tocando la piel del agua y nos hieren pero la herida se siente y se sufre en el alma.
A veces la vida nos coloca en el preciso instante donde los recuerdos nos golpean y pone frente a nosotros la mirada de otro ser que nos recuerda el vacío y el amargo dolor de la muerte; diferente, vívido y resplandeciente.
Sí fuese cierto que la vida de los seres que perdimos en el camino reencarnan o se albergan en el cuerpo de otras criaturas, seríamos dichosos de poder resarcirnos de todo lo que no nos fue posible hacer cuando los tuvimos cerca o cuando les impedimos quedarse entre nosotros. Sería una forma fabulosa de poder enfrentar el dolor y el arrepentimiento.
Tal vez como en el reflejo del agua, podemos ver en su mirada la voz que clama el reconocimiento del alma de otro ser cautivo en el cuerpecito de una mascota o de otra persona, muchos pensarían que se necesita cierta sensibilidad para poder presentir este encuentro, otros pensamos que no en todos los casos se da la facultad de esta sensación ante el encuentro, el posible encuentro no es solo ese trillado reconocimiento entre personas racionales que se llegan a decir:
«Tengo la sensación de conocerte desde hace mucho», no poder atar cabos, simplemente aspirar a la sugerencia, intuir la posibilidad, navegar en la incertidumbre anta la posibilidad de que así fuera…
Photo by Prince Paul Joy on Pexels.com
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