La pócima de los sueños

La pócima de los sueños

Fragmento del cuento «En busca del guarumbo» que forma parte del libro

Los Cuentos del Gabinete de Ariadne Gallardo Figueroa 

 

Era casi media tarde cuando se escuchó el sonido del portón, regresaba Jova, quien no dejaba de pensar y reflexionar sobre lo que había hablado con Nicté-ha. Se la veía un poco distraída, Gabina abrió la puerta, no tuvo que esperar demasiado, la frágil mujer estaba alerta de todo movimiento en la casa y la calle, vigilaba cada detalle que la llevara a pensar en su abuela, en la posibilidad de un mensaje… La propia Jova se puso más alerta de los cambios que pudieran darse en el proceder de la nieta de Mazagatos Arce.

 

-Ah! Patrona no tuve que esperar mucho para que me abriera la puerta, muchas gracias.

 

Dime Jovita, qué pasó, ¿todo bien?

 

Vacilante la mujer maya tuvo que inventarse algo para no decir que había estado en lo que podría denominarse el ensayo de un viejo ritual con Nicté-ha, para lograr algo que solo las mejores hechiceras conseguían.

 

-Claro, todo está de maravilla en la vida de la gente del pueblo, hasta me encontré con amigos de Dzilam y se les ve de lo mejor… No hay como que la tierra de sus frutos y el mar entreguen los propios para que la gente tenga para la venta y la subsistencia.

 

Ah!, no jodas Jova, ahora sí que no te entendí nada de nada – gritó Gabina al momento que se desparramaba en la mecedora de la sala.

 

Mire patrona, en verdad no la pasé del todo bien, estuve esperando que llegara una señora a la que tenía un recado que entregarle, pero resulta que anda de viaje en un lugar que no es cerca y bueno pues… lo mejor que pude hacer es pasarla bien durante la espera.

 

– En fin mujer que en pitos y flautas la tarde se acaba y no se que vamos a cenar, ojalá se te ocurra algo y pronto, bostezó Gabina con aire de indiferencia por todo lo que pudiera comentar Jova. Ésta ni lo pensó dos veces ser fue a la cocina antes de que notara su nerviosismo. Lo mejor del asunto era que retornaba el apetito de Gabina, eso daba para hacer algo sabroso y a Jovita le encantaba lucirse en la cocina, era de esas personas que disfrutan horneando tamales y realizando guisos regionales, por o general al que le gusta guisar le agrada que la gente que come sus viandas lo haga con gusto y ya hacía tiempo que eso no se daba en la casona.

 

-Jovita recordaba mientras cortaba lechuga y rabanitos una frase que dijera su madre: “La verdad es que todo ser humano al menos que quiera la muerte deja de interesarse en la comida…” Esta reflexión le hizo pensar a Jovita… De alguna forma Doña Elia debe andar cerca, esta mujer no se dejará vencer por el mal de amores que aqueja a su nieta, en ello debe estar la mano de su abuela, por ella misma no creo que hubiera nada, nadita de voluntad propia…

 

Cortando cebolla los ojos se le enrojecieron a la mujer preocupada por lo que fuera a pasar en los días siguientes, ella en carne propia había experimentado de cerca la crisis depresiva de Gabina, ella se desplomó con la muerte de la abuela y se resquebrajó con la ausencia del amor perdido de ese hombre al que solo ella quiso o imagino querer, enamorada del amor y de una falsa ilusión, se decía entre lágrimas por el zumo de la cebolla: “A veces cuando las cosas suceden es por que el alma toma un respiro y da tiempo para alimentarse de lo bueno de la vida; al final de cuentas podría caer de nuevo en el desaliento… Espero equivocarme de todo corazón”.

 

Nicté-ha, espero que sonarán las campanadas anunciando la medianoche en el reloj de pared, aquella reliquia inglesa decían las malas lenguas que se alimentaba con el aliento de los seres del inframundo que no había logrado alcanzar la paz eterna y repiqueteaban cada hora en espera de ser escuchados en el más allá.

 

La verdad es que se decían tantas cosas de las hechiceras que aquel que quisiera en serio encontrar la verdad, una gran desilusión se llevaría; la vida de Nicté al igual que la de su entrañable amiga ahora difunta Doña Elia Gertrudis, les imponía disciplina y conocimiento de herbolaria y mucha de esa sabiduría no estaba en los libros, se intercambiaba entre las seguidoras e incluso las aprendices, era duro, valorar a las que en serio tomarían el oficio, siempre había un grupo de charlatanes que desprestigiaban a las que a conciencia hacían su labor.

 

En el umbral de su recinto Nicté, acomodó un ato de guarumbo, como indicando el camino para recibir el alma de Elia… entró descalza a la habitación que había dispuesto para tal fin, encendió una vela de color verde y con ella otra amarilla que estaba en el centro de la habitación, rezó unas oraciones y señaló a los cuatro vientos en espera de alguna presencia o señal…

 

Lo insólito del asunto es que el espíritu de Elia estaba entretenido en los sueños de su nieta, en hacerle ver que la vida es hermosa y que no tiene caso seguirse atormentando por alguien que no vale la pena; de pronto un viento fuerte entró por la ventana de la casona que ahora pertenecía a Gabina, sin duda era la impaciencia de Nicté que la llamaba, varios frasco de colonia y afeites de la nieta fueron a dar al suelo, despertando de golpe a su nieta.

 

Con asombro encendió la lámpara de cabecera para ver que había pasado, en cada detalle la mujer encontraba alguna señal de su abuela, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al mirar una sombra que se alejaba por la ventana, imperceptible entre el viento que mecía las ramas de los árboles se alejó por el jardín. Una sugestión acaso, el anhelo de encontrarse con su querida abuela, en verdad no daba crédito a lo que veían sus ojos; corrió con desesperación intentando saber sí se trataba de un ladrón o el alma en tránsito de su abuela…

 

-Válgame de haber sido mi abuela está atormentada, sin descanso, asolada por mis requerimientos, de ser un ladrón el imbécil no logró más que despertarme de ese sueño tan plácido que no alcanzó a recordar con nitidez pero que me dejó un sentimiento amable y tierno en el alma… mira nada más que cosas hay en el suelo, precisamente los afeites que tanto molestaban a mi abuela, la pintura de unas que ella consideraba tan llamativa e indiscreta para una persona de mi edad y talle… la lima de uñas, el aerosol del cabello…!! Sin duda era mi abuela, ella debe estar dando señales de los asuntos que debo atender a brevedad y ha tirado con violencia ciertos detalles que merecen mi atención.

 

Con candidez y suma alegría se despabiló Gabina, dándose a la tarea de poner manos a la obra, aquello que aparentemente fue un accidente del destino, sirvió para lograr una transformación inesperada, al menos eso fue lo que dejó entrever Jovita, quien al amanecer antes de salir al mercado se encontró con la nueva imagen de la nieta de Gertrudis.

 

-Pero… ¡qué sorpresa tan especial patrona Gabina!

 

-Mira Jova no te pases que mi aspecto tiene sin cuidado a mucha gente…

 

– Pero señorita y como iba a no ser así, cuando usted de plano no le daba la importancia que merece. Tal vez, como le diré, -Jova pensó dos veces sí estaba bien o no decirlo de la forma que lo traía en la cabeza y sin mayor escrúpulo lo soltó así nomás- se veía un poco al estilo hippie…

 

Una sonora carcajada se dejó escuchar en toda la casona, aún más desconcertada se quedó la indígena quien expectante supuso que recibiría una reprimenda por su atrevido comentario…

 

– Ale, mujer que es hora de cambios y cuando te vayas al mercado busca un frasco de pintura de uñas muy tenue, algo como rosa o blanco, las uñas cortas merecen esos tonos, lo leí en alguna revista de esas de modas.

 

La mujer salió con rapidez de los quehaceres matutinos para irse al mercado y poder hacerse tiempo para contarle todo a Nicté.

 

-Sabrá Dios que encontró aquella mujer al intentar comunicarse con la abuela de Gabina… – se repetía diligente Jovita, quien con sabucan en mano y el dinero en el regazo,

 

La que fuera amiga de Elia Gertrudis, se dio cuenta que era más difícil entablar conversaciones con el más allá cuando la persona en cuestión es conocida y amada, sin embargo estaban los indicios de la presencia de Elia…

 

-Ah!.. Nicté-ha, en verdad algo diferente se siente en la casa, en la forma de actuar de Gabina, le ha vuelto el apetito y bueno yo no la conocía de buen humor desde hace casi los dos años que tengo trabajando allá, no le había escuchado reír o festejar un guiso…

 

-Lo importante es que la vida sigue para los que la quieren vivir y olvidarse de alguien cuando el recuerdo no deja nada bueno en el alma es lo mejor que puede pasar. Elia fue una mujer astuta y con una inteligencia aguda y si la nieta ya le habló es porque ella le dijo cómo; eso lo se de buena fuente, sí las cosas siguen de esa forma, todo puede ser mejor para todos.

 

Jovita y Nicté-ha, quedaron sonrientes, esperanzadas de que la vida es una grata obra de la magia de Dios de alguna forma sus caminos se entrecruzan cuando hay gente de buena voluntad.

 

El cielo mostraba un hermoso horizonte, en la distancia se dibujaban las nubes formando caprichosas figuras, el trino de los pájaros tejía en el viento melodías serenas y alegres anunciando el calor del mediodía…


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